Llenemos el vaso, que ya ha estado bastante vacío.

A pesar de los imposibles, de la lluvia, de los días grises, de las despedidas, de las lágrimas, de la falta de palabras, de tiempo, de abrazos... A pesar del dolor, del miedo, de las heridas, de las cicatrices, del pasado... A pesar de darte cuenta que nunca podrás atar a nadie a algo que no le hace feliz. A pesar de todo, voy a seguir.

Hace tiempo que me di cuenta de que la vida no es tan bonita como la pintan, ni tan mala como dicen, pero me costó entender que eres tú con tus propios actos el que eliges como quieres que sea la tuya.

A veces una se cansa de verlo todo gris, y de cargar a la espalda todas las mierdas que tiene la vida, porque si, porque las tiene. Llega un día y piensas que o cambias o te rompes, y como te da miedo el dolor a pesar de haber sufrido tanto, lo haces.

Estaba tan acostumbrada a ver el vaso medio vacío, que si estaba medio lleno lo bebía hasta vaciarlo, y es que a veces las cosas no son como parecen, pero estás tan hecha a la mala suerte que no crees que exista la buena.

Es entonces cuando te cruzas con un gato negro y te das cuenta de que es el más bonito que has visto nunca.

Te das cuenta de las cosas buenas que has perdido por querer ver más gris del que existía y es que no todo está siempre en escala de grises...

Descubres el mar con todos los sentidos cansada de oírlo solo en caracolas y te enamoras, te enamoras de su azul, de su libertad, su olor, su sonido, su energía, su vida, tu vida. Y quieres ser como él, pero para eso tendrías que haber sido ola, y si lo hubieses sido, quizás, te parecería que el mar habría perdido su magia.

Dicen que lo más bonito de la vida es vivirla, disfrutarla en todos los sentidos y perderte, dejarte llevar, equivocarte y saber levantarte con más fuerza, aunque para mi, lo mejor es hacer todo lo anterior y  compartirlo.