Como el mar, me hundo en las profundidades para luego estrellarme contra la orilla. Y no hay nada a lo que pueda agarrarme para estabilizarme, al menos, un tiempo.
Todos hablan bonito de su azul, de su sal y de su fuerza, pero pocos saben apreciarlo y sentirlo dentro hasta que les rompa el alma.
Hoy, una vez más, me hundo. Y temo acabar cogiéndole gusto. |
2 comentarios:
Maravilloso! Pero recuerda...el caos es a la felicidad como la luz a los colores, no se dan el uno sin el otro.
Siempre lo tengo presente, muchísimas gracias por dedicarme un poquito de tu tiempo y comentar, de verdad. Un saludo. ^^
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